Friday, October 17, 2008

Invitación al disfrute de la Vida

¿Cómo vivir en plenitud?,¿Cuál es el arte de vivir?,¿Cómo gobernar mi Vida y gozar de ella?

Habrá que acudir al dador de consejos, al sabio que nos aconseje su experiencia de vida madura.

El auténtico sabio es aquel hombre serio y libre que tome en serio su libertad y se encare a la realidad de la vida.

La medida del hombre sabio es la realidad de la vida, es todo aquello de lo que pueda decirnos:
" He visto...."

Ser hombre sabio, auténticamente, es una pretensión fuera del alcance de casi todos los humanos. Por ello habrá que discernir cuál sea el anciano sabio del mero anciano experimentado, que por haber acumulado tantas experiencias vitales se crea poseedor del dominio de la vida.

No confundamos la invitación a la confianza, propuesta por presuntos ancianos sabios, tales como
los que digan:
" Haz esto o aquello y vivirás de tal o cual modo"," Haz las cosas como ...Dios (u otro semidios que se invente)manda"
Y lo dirán como si " dominasen" la vida y la forma de administrar normas de actuación sobre las que tener control.

Fiate mas de quien acoja su vida correspondiéndola; de quien goce de lo que la vida nos ofrece en su devenir, como un don de Dios, pues el " presente " de la vida significa además de " regalo " también " ahora". Y... " mejor es lo que ven los ojos que el divagar del alma", según dice el Eclesiastés.

Es preferible tener siempre la mente en vivir el presente, " pues no sabes qué tendrá éxito: si esto o aquello, o si las dos cosas son igualmente buenas" , como también dice el Eclesiastés.

No es correcto pretender dominar la vida ni el futuro, persistiendo en una ansiedad insana, en lugar de acoger con libertad lo que venga sin quererlo retener; ni buscar consuelo en la diversión, pues lo que nos di-vierte nos derrama, haciéndonos perder el centro de nuestras vidas, donde se halla la auténtica alegría del corazón.

Acoger el goce de la vida, en su polifonía de registros y de momentos, sin negar por ello su fragilidad, es vivirla receptivamente, sin afanes ni ansiedades, sin pretensiones de dominio ni de posesión, sin enmascararla, ni adulterarla, estando atento a purificar cada vez mas la mirada con la que entender todo lo que se ve, pudiendo decir en la vejez, como el sabio: " He visto..."
"

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