CANCION DE UN "SIN-TECHO"
Por la noche permanezco el suelo
sobre cartones y periódicos
al abrigo de la intemperie.
Si me canso de mi mismo.
apoyo la oreja derecha
en la mano derecha y
la voz que me llega
paréceme desconocida.
Cuando va a atardecer
una vez desentumecido el esqueleto
busco comidas caducadas
en los supermercados,
tomándolas apresuradamente,
no vaya a ser que puedan dañarme,
regándolas con los chorros del
vino de la botella empajada.
Amanezco con el alba,
el silencioso fluido del tráfico,
el perfume de su aroma y
el apresurado tránsito de
los afortunados transeuntes
felices de poseer un hogar con techo.
Cuando llega el buen tiempo
cambio sigilosamente de aposento
yéndome a encontrar cobijo
en los mullidos bancos de madera
desde los que contemplar mejor
la bóveda celeste con que me cubro.
Como no me considero
ningún vulgar menesteroso
no preciso darme a conocer,
ni tengo que decir quién soy,
por no estar a punto de la desesperación,
ni irme mal la vida en este mundo,
(no vaya a ser que cause envidia),
porque aunque no tenga trabajo.
al menos no cobro el desempleo,
ni acabe de salir del calabozo.
Procuro no competir con voz propia
con estereotipados menesterosos de la tierra,
ni mucho menos, por callarme
pretendo emular a los poderosos
a quienes, como a mi mismo, nos va bien
pasar inadvertidos.
Ciertamente de este modo
puedo entonar alegremente
esta " canción mantera"
y no pagar su cánon discográfico.
sobre cartones y periódicos
al abrigo de la intemperie.
Si me canso de mi mismo.
apoyo la oreja derecha
en la mano derecha y
la voz que me llega
paréceme desconocida.
Cuando va a atardecer
una vez desentumecido el esqueleto
busco comidas caducadas
en los supermercados,
tomándolas apresuradamente,
no vaya a ser que puedan dañarme,
regándolas con los chorros del
vino de la botella empajada.
Amanezco con el alba,
el silencioso fluido del tráfico,
el perfume de su aroma y
el apresurado tránsito de
los afortunados transeuntes
felices de poseer un hogar con techo.
Cuando llega el buen tiempo
cambio sigilosamente de aposento
yéndome a encontrar cobijo
en los mullidos bancos de madera
desde los que contemplar mejor
la bóveda celeste con que me cubro.
Como no me considero
ningún vulgar menesteroso
no preciso darme a conocer,
ni tengo que decir quién soy,
por no estar a punto de la desesperación,
ni irme mal la vida en este mundo,
(no vaya a ser que cause envidia),
porque aunque no tenga trabajo.
al menos no cobro el desempleo,
ni acabe de salir del calabozo.
Procuro no competir con voz propia
con estereotipados menesterosos de la tierra,
ni mucho menos, por callarme
pretendo emular a los poderosos
a quienes, como a mi mismo, nos va bien
pasar inadvertidos.
Ciertamente de este modo
puedo entonar alegremente
esta " canción mantera"
y no pagar su cánon discográfico.
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